*El recinto de Nuestra Señora de los Remedio del Barrio de La Acocota de la ciudad de Puebla, fue usado por el General Ignacio Zaragoza como cuartel y la leyenda dice que la bala incrustada en la mejilla izquierda de la figura de Jesús iba dirigida al militar
Jazmin Cárdenas
Puebla, Pue.- Edificada inicialmente como una ermita para los viajeros, el Templo de Nuestra Señora de los Remedios se convirtió en cuna de historia al resguardar a los hombres del Ejército poblano que participaron en la mítica Batalla del 5 de Mayo de 1862.
Imponente al caminar por el Barrio de La Acocota, en la calle 20 Norte, a un lado del Barrio de los Remedios, se encuentra la iglesia de estilo barroco y neoclásico que nos muestra rostros de querubines, figuras de santos, columnas dóricas y corintias, así como un campanario de tres cuerpos con pilastras rectangulares.
“Aquí se planeó la batalla de la ciudad de Puebla, fungió como cuartel para el general Ignacio Zaragoza y sus soldados, al menos, así lo sabemos todo los que venimos”, asegura Jorge Alberto Naval, quien coadyuva a los padres que han ofrecido la palabra de Dios en los últimos diez años.
Al cruzar las frondosas puertas de madera recibe la Virgen de los Remedios con el Niño Dios en brazos, en una bóveda rebajada que sostiene el coro protegido por un delicado cancel.
El olor a flores y tierra mojada invaden el cuerpo, las paredes irradian luz blanca en perfecta armonía con las pinturas y el piso de piedra de Santo Tomás.
Del lado derecho se encuentra la Capilla de las Lágrimas, dedicada a la Pasión de Cristo con un altar a Jesús Justo Juez y sobre esta imagen una Virgen del Sagrado Corazón de Jesús dentro de una concha y el cielo estrellado.
De frente destaca la alegoría de la Inmaculada Concepción. Representando el principio de nuestra existencia, de nuestros primeros padres, Adán y Eva, que por un árbol entró el pecado y por un árbol tenía que ser dirimido.
El pasillo se encuentra dominado por dos altares de estilo neoclásico, uno a cada lado, con la imagen de la Virgen Dolorosa y el Sagrado Corazón de Jesús respectivamente.
Imperdible en el presbiterio una capilla con reja dedicada al Calvario, más adelante dos altares de columnas dobles, consagrados a la Virgen de Guadalupe y la Virgen de Juquila y un púlpito con pedestal de cantería.
En el altar principal preside la patrona del templo, la Virgen de los Remedios, arriba de ella San Miguel Arcángel y a los lados frailes; en su cúpula octagonal, a base de gajos, se encuentran ángeles pintados sosteniendo carteles que hablan de las virtudes de la Virgen.
En el Templo de los Remedios no solo figura la virgen que le da el nombre, pues uno de sus mayores tesoros, el Cristo de la bala, se ostenta a un costado de la Mesa Sagrada.
La figura de Jesús tiene una peculiaridad que le otorgó nombre y convirtió en única su historia: la bala incrustada en su mejilla izquierda, que según las leyendas, el proyectil estaba dirigido al general Ignacio Zaragoza.
“Un soldado de los franceses se cuela al templo y ve una sombra, una sombra que entra en la capilla de la pasión de Cristo y él cree que es Ignacio Zaragoza, dispara y la bala termina incrustada en el rostro de la imagen”, relata con emoción Jorge Alberto.
A este hecho se le adjudica la fuerte lluvia “Dios molesto por haber dañada la imagen de su hijo manda un aguacero, que favorece a los mexicanos, porque ya no pudieron avanzar las tropas francesas”.
El templo es vestigio de la historia de Puebla, fue un refugio para Ignacio Zaragoza en la batalla que cubrió de gloria las armas mexicanas, y ahora lo es para quien busca levantar una oración.